Decía Charles Chaplin que la vida es una obra de teatro que no permite ensayos; por eso canta, ríe, baila, llora y vive intensamente cada momento de tu vida...

Natalia, la protagonista (demasiado real para sobrevivir) de esta novela (demasiado cierta para dejarnos inmunes) se debate entre la pasión y la vida.

Portadora del estigma, esa marca que esclaviza y obliga de por vida, esa que te hace suyo y de la que nadie puede escapar. "El estigma no lo entrega la muerte sino la forma de vida y, sí, te puede llevar a la muerte". ¿Este final era irremediable?, no podremos dejar de hacernos esta pregunta al leer este libro.

La línea amarilla es una novela biográfica que narra, desgranando su perfil psicológico a la vez que poético, la vida de una actriz de teatro guiada por un estigma interno que la lleva a la tragedia: un final que no se puede detener y que, en el fondo, es parte de su obra. Es una historia real, sobre la nieta de uno de los más grandes actores de la pantalla española y cuyo nombre, el autor ha olvidado voluntariamente.

Parece como si el propio estigma involucrara al autor, intentara sacarlo de su línea amarilla, lo forzara a penetrar más en la historia de Natalia, sin que pueda detenerse.

Alberto Piedrafita se sumerge en una historia llena de dolorosos interrogantes, de vacíos sentimentales, de ausencias... La línea amarilla consigue que nos sumerjamos con él. ¿Qué otra cosa podíamos hacer?